La ecocardiografía transesofágica (ETE) consiste en la introducción de una sonda en el esófago, de forma similar a una gastroscopia, para obtener imágenes ecográficas muy detalladas del corazón, que está en contacto directo con el esófago.
De este modo, la sonda de ultrasonidos está más cerca del órgano que cuando el examen se realiza de la forma convencional a través de la piel. Además, la imagen no se ve afectada por los pulmones ni las costillas, lo que garantiza una mejor resolución y, por tanto, detalle, especialmente en la zona de las válvulas cardiacas.
La ETE permite detectar o incluso descartar cualquier coágulo sanguíneo en el corazón, ya que es el único método que también permite ver zonas de la aurícula que no se muestran "desde el exterior" durante una ecografía. Además, los defectos cardíacos congénitos pueden diagnosticarse con precisión.
Al igual que en una gastroscopia, los pacientes reciben una sedación breve durante la ETE, de una duración aproximada de 15 minutos, por lo que inmediatamente después no deben conducir por sí mismos.